octubre 21, 2005

WHY HOT CHICKS DON´T DIG SCI-FI GUYS



Como habrán adivinado tras leer el encabezado de este texto y descubrir la imagen que lo secunda, ya no están en Kansas. Están ustedes en el núcleo de L.A., completando uno de los fines de semana más exquisitos de sus últimos meses, siendo testigos de las más brillantes novedades en horror movies y padeciendo un sofisticado jet lag que les exige horas de sueño y lencería menos ajustada.

Ya les gustaría, infelices.

Ustedes aún permanecen en sus vidas, pero yo sí estoy aquí. En el noveno piso del Hilton Hotel, hurtando wi-fi de la suite de Wes Craven y embriagando mis sentidos y mi razón con un Torre Muga del 95 -obsequio del propio Wes- cuyo placer sabría apreciar hasta el más neófito de mis lectores. ¿Creían acaso que mis constantes work tours podrían enturbiar mi distinguido y envidiado gusto? Les dedico la sonrisa más mordaz.

Como les decía, me hallo en un paraíso del relax, pero no me limito a asumir el papel de girl next door y encerrarme en esta increíble construcción de lujo exacerbado. Como ustedes comprenderán, no he venido a la última edición del Screamfest sólo para disfrutar de mi jacuzzi, de las sábanas de seda y de Pavel, mi masajista personal. En absoluto.

El día ha sido agotador. Por la mañana hemos tenido la incalculable fortuna de presenciar la première mundial de Butterfly Pillow, la nueva obra del vietnamita Lao-Zwon-Pein. En ella, el simbolismo y el poder de las miradas se dan la mano para ofrecernos la desgarradora historia de Mauro, un efebo que reparte periódicos por el día y se disfraza de Drácula por la noche para volver a matar. Toda la acción de la cinta se infiere a través de planos detalle de los ojos de un tejón. Sublime.

Si en estos instantes un prestigioso director de cine y tres dóminas de ojos rasgados y cutis de porcelana no estuviesen en la estancia contigua aguardando impacientes a La Pedante, esta disertación se extendería horas y horas. Lo siento por ustedes.

Esta noche, el Dom Perignon regará la almeja.